Las células tumorales buscan la manera de sobrevivir en el organismo, a veces, con más ganas que las células sanas. Las tumorales son capaces de mantenerse a flote incluso cuando les falta la glucosa y esto es lo que ha demostrado Nabil Djouder, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en un estudio que se publica hoy en Cancer Cell.

El citado equipo ha descubierto un grupo de proteínas que se activan o inactivan en presencia de la glucosa. Así, las células tumorales son capaces de sobrevivir y proliferar sin glucosa, ya que cuando ésta falta se activa una especie de interruptor que hace que las células sigan otra ruta para sobrevivir.

Teniendo en cuenta estos datos, la activación de estas otras rutas puede ser la razón por la que los antiangiogénicos, los fármacos que eliminan los vasos sanguíneos en los tumores para que mueran, no funcionen en algunos pacientes.

Y es que las células tumorales son muy listas e intentan sobrevivir en condiciones extremas. Nabil Djouder explica que «cuando se cierra una puerta que parecía indispensable para su crecimiento y su proliferación, se abren otras nuevas que les permiten adaptarse a cualquier estrés y sobrevivir. Por eso, desarrollan mecanismos muy sofisticados y aprenden a sobrevivir, y esto es lo que dificulta curar el cáncer».

Aunque se ha descubierto este gran avance, aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo y ver unos beneficios en los pacientes con cáncer. Se trata de un trabajo muy básico, pero ofrece información detallada de cómo sobreviven las células tumorales en las grandes masas de tumores donde los vasos sanguíneos no llegan.

Diferentes caminos

Básicamente, lo que han descubierto los investigadores españoles es el sistema de interruptores que hace que la célula detecte si hay o no glucosa. En función de esto, cogerá un camino u otro para llegar a su meta y sobrevivir.

Gracias a la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad y delWorldwide Cancer Research, el grupo de Djouder ha localizado las proteínas implicadas en el proceso, que son las que abren o cierran las puertas para que las células sigan un determinado camino. El interruptor principal es la proteína URI, que a su vez actúa sobre OGT y c-Myc.

El proceso es el siguiente: URI controla a la proteína OGT, que usa la glucosa para mantener a raya a c-Myc. Se sabe que los niveles de c-Myc son claves para que las células tumorales sobrevivan cuando no disponen de los nutrientes necesarios. Si hay glucosa, OGT la utiliza para estabilizar a c-Myc y que pueda hacer su función de oncogén. Pero si no hay glucosa, URI disminuye la actividad de OGT y c-Myc se degrada y es eliminado. Por eso, si no hay glucosa, la supervivencia de la célula depende de la actividad oncogénica de URI.

Los autores del trabajo se muestran satisfechos con los resultados obtenidos y señalan que «este mecanismo puede ser de gran importancia en la generación de tumores, y podría explicar por qué las células tumorales, frente a una falta de glucosa, pueden expandirse».

Falta por conocer mejor a la proteína URI y cómo se comporta en otras situaciones. Por eso, el equipo de Djouder tiene intención de seguir investigándola.

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Fuente http://www.elmundo.es/salud/2016/08/08/57a8b31546163f3a378b4607.html