El diagnóstico genético es una herramienta o elemento básico dentro del área del asesoramiento genético y se utiliza para confirmar un diagnóstico clínico en pacientes para los que se sospecha de una enfermedad genética concreta, en función de los síntomas o rasgos físicos que presenta.

Las enfermedades genéticas, aquellas causadas por alteraciones en el material hereditario, representan un porcentaje importante de las enfermedades humanas, tanto en adultos como en niños.

En los últimos años, los rápidos avances en el análisis y comprensión del genoma humano han permitido, por una parte, conocer las bases genéticas de muchas enfermedades hereditarias, que se transmiten a través de las generaciones, y por otra desarrollar pruebas para facilitar su diagnóstico. Así, en la actualidad existen pruebas específicas para más de miles de enfermedades monogénicas (causadas por un único gen) y se están llevando a cabo muchos avances en la estimación de riesgos o vulnerabilidad a las enfermedades multifactoriales. Igualmente, numerosos estudios muestran la posibilidad de llevar a cabo diferentes pruebas para estratificar a los pacientes según composición genética antes de definir la dosis o tratamiento terapéutico más efectivo.

El diagnóstico de enfermedades hereditarias se realiza a través de diferentes elementos:

Examen físico e historial médico del paciente. Algunas características o rasgos físicos, pueden sugerir la existencia de un desorden o síndrome genético por lo que en muchos casos y según la manifestación de la enfermedad, es habitual que se realice un examen físico exhaustivo al paciente. Otras pruebas complementarias que contribuyen a detectar la existencia de una patología hereditaria pueden ser el examen neurológico o pruebas de imagen como los rayos X o resonancia magnética. Igualmente, el historial médico del paciente, en el que se registran las visitas y estado de salud del paciente, así como alergias, y tratamientos a los que se ha sometido, puede proporcionar información relevante para el diagnóstico.

Antecedentes familiares. La agregación familiar de una enfermedad es uno de los factores principales que sugiere la existencia de una enfermedad genética. Así, la historia familiar constituye una herramienta clave para poder llevar a cabo diagnóstico genético, y además contribuye a la toma de decisiones sobre pruebas genéticas del paciente y otros miembros de la familia que puedan encontrarse en riesgo. Cuando una familia presenta varios miembros afectados por una condición la reconstrucción del árbol familiar permite determinar el patrón de transmisión de la misma. Además, los antecedentes familiares permiten estimar si una enfermedad genética ha sido transmitida por uno de los padres o si bien se trata de una mutación nueva ocurrida en el paciente.

Pruebas de laboratorio. Las pruebas genéticas, diseñadas para detectar cambios en los cromosomas, genes o proteínas, incluyen pruebas  moleculares de análisis de ADN, pruebas de análisis de cromosomas y pruebas que evalúan cambios en niveles o actividad de proteínas (provocados por mutaciones en el ADN).  Las pruebas utilizadas en el diagnóstico genético varían en función del tipo de mutación que se quiere detectar o de si se tiene una idea previa de lo que se busca, es decir si hay sospecha de la participación de un gen concreto en la enfermedad. Así, las pruebas son dirigidas a genes o proteínas concretos, cuando se quiere confirmar o descartar condiciones hereditarias específicas.

El diagnóstico de enfermedades hereditarias puede llevarse a cabo en cualquier momento de la vida de una persona. No obstante, conviene saber que aunque el número está creciendo, en la actualidad no existen pruebas genéticas que permitan diagnosticar todas las enfermedades hereditarias descritas.

Las pruebas genéticas, que permiten identificar alteraciones en los genes o cromosomas, son indispensables en el campo de la genética médica y medicina genómica. Algunos tipos de pruebas genéticas disponibles en la actualidad son:

Pruebas genéticas de diagnóstico, para confirmar un diagnóstico clínico.

Pruebas de cribado neonatal. Pruebas que se realizan de forma rutinaria a los recién nacidos para descartar enfermedades graves que pueden ser tratadas de forma temprana. Un ejemplo son las pruebas de cribado de la fenilcetonuria.

ruebas de detección de portadores. Este tipo de pruebas permite saber si una persona es portadora del alelo responsable de una enfermedad hereditaria que se manifiesta cuando hay presentes dos de estos alelos (enfermedad hereditaria de tipo recesivo). Estas pruebas son útiles en el caso de personas que tienen una historia familiar de una enfermedad hereditaria recesiva ya que cuando se conoce la composición genética de ambos miembros de una pareja permite estimar el riesgo a tener descendencia afectada.

Pruebas predictivas o presintomáticas. Se utilizan para detectar la posible presencia de mutaciones causales de una enfermedad antes de que ésta se manifieste. Son especialmente útiles en el caso de personas que tienen familiares con una enfermedad hereditaria de aparición tardía, que no muestran síntomas de enfermedad en el momento de realizarse la prueba. Los resultados de estas pruebas pueden informar del riesgo a desarrollar la enfermedad y facilitar la toma de decisiones sobre prevención o cuidados médicos.

Pruebas prenatales. Permiten analizar el material hereditario antes del nacimiento. Suelen utilizarse para detectar la presencia en el feto de mutaciones concretas o anormalidades cromosómicas cuando existe riesgo a que presente una enfermedad genética específica o desorden cromosómico.

Pruebas de diagnóstico genético preimplantacional que permiten identificar alteraciones genéticas y cromosómicas en embriones obtenidos por fecundación in vitro antes de su implantación.

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Fuente: http://revistageneticamedica.com/diagnostico-genetico/