Daniel Ontaneda, neurólogo ecuatoriano y profesor asistente en la Cleveland Clinic de Estados Unidos, iniciará una nueva investigación enfocada a comparar las terapias suaves y las agresivas en esclerosis múltiple para determinar el mejor tratamiento.

“Usualmente se utiliza terapias bajas que van en aumento a medida que el paciente no responde al tratamiento de la enfermedad. Pero considero que empezar con el medicamento más poderoso desde el principio es una mejor opción”, ha detallado el especialista en conversación con REDACCIÓN MÉDICA.

En el marco del IV Simposio Internacional de Neurología y Cuidados Neurocríticos realizado en Quito, Ontaneda ha señalado que actualmente existen medicamentos “muy poco eficaces pero seguros y también otros que son un poco más riesgosos, pero son muy efectivos”.

“No sabemos cuál de los dos utilizar ya que muchos profesionales no tienen la confianza de aplicar las terapias agresivas. En nuestro centro usamos las terapias agresivas desde el principio (cuando es diagnosticada la enfermedad), y nos ha ido bien”, ha comentado.

De allí la necesidad de realizar el estudio para demostrar que recurrir a esas terapias potentes desde el comienzo es más efectivo que utilizar una progresiva.

Ontaneda ha recordado que el período más activo de la enfermedad se desarrolla en los primeros 15 años y sería en esa fase la mejor para “aplicar un tratamiento agresivo”.

En Latinoamérica son utilizadas regularmente “las terapias de eficacia baja por el costo y la disponibilidad. En Ecuador por ejemplo no existen los tratamientos agresivos”, pero si se demuestra que esa es más efectiva y la mejor desde el principio “será una prioridad para todo paciente con esclerosis múltiple”, ha señalado.

La importancia del estudio radica en que la esclerosis es una de las pocas enfermedades en las cuales el medicamento “cambia el curso natural de la enfermedad. Con el tratamiento adecuado se previene recaídas, ataques agudos y sobre todo la discapacidad no se acumula”, ha insistido Ontaneda.

Los resultados del estudio estarán listos en unos 5 años, pero hasta mientras, el investigador ha sugerido a los profesionales considerar esta enfermedad dentro de sus diagnósticos y tomar precauciones con pacientes de entre 20 y 40 años, “no dudar en hacer una resonancia magnética” cuando exista sospecha, ha añadido.

“Tradicionalmente la esclerosis múltiple ha sido considerada una enfermedad de baja prevalencia en Latinoamérica, pero hemos visto que va en aumento”, ha señalado el experto quien adelantó que los países con mayor incidencia son Argentina, Uruguay, Chile y México.

La influencia de la higiene y la vitamina D

Para Ontaneda los patrones de la enfermedad en Latinoamérica van en aumento “y creemos que esto tiene que ver con la hipótesis de la higiene”.

“Antes nuestro sistema inmune estaba dedicado a hacerse cargo de parasitosis e infecciones muy comunes. Ahora que el medio ambiente es mucho más higiénico claramente las enfermedades autoinmunes empiezan a aumentar. Mientras menos infecciones hay, el sistema inmune está más propenso a causar afectaciones autoinmunes”, ha observado.

Otro punto a considerar son los niveles de vitamina D. El investigador ha recomendado a los profesionales asegurarse que los pacientes tengan niveles adecuados.

En el caso del paciente con esclerosis necesita entre 2.000 y 4.000 unidades (UI) para mantener niveles adecuados de vitamina D. Quienes no están enfermos solo requieren entre 400 y 600 UI.

“Debería ser una prioridad para las autoridades sanitarias entender qué está pasando con la vitamina D” ha sugerido, ya que, a pesar de estar en un lugar geográfico con suficiente exposición solar, la mayoría de personas está cubierta y no se favorece su absorción.

 

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