El Proyecto del Genoma Humano reveló en el año 2000 que cada persona tiene contenidos en sus cromosomas, ubicados en el núcleo de las células, entre 20 mil y 30 mil genes, mismos que dotan a cada individuo de sus características particulares. Este avance, a pesar de haber sido un gran paso, dejó muchas incógnitas pues no se sabía qué funciones cumplía cada gen en los seres vivos.
A 17 años de esta aportación científica se sabe que en el genoma existen regiones de repetición de genes, áreas con cambios estructurales muy diferentes entre un individuo que en otro, pedazos de genes que faltan y otros que sobran. Estos cambios pueden ser inocuos, pueden ser benignos o ser causantes de una enfermedad.
“Todos portamos mutaciones para enfermedades muchas veces raras, solo que se mantienen como genes recesivos y no se expresan, a menos que dos personas con las mismas mutaciones tengan progenie y sus genes recesivos se expresen. Hoy en día conocemos el 19%, 3 mil 831, de estos genes, mientras que en el año 2000 se conocía el 1%”, comentó Carmen Alaez Verson, investigadora del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen).
Las  enfermedades raras —cuyo nombre obedece a que son poco frecuentes en las poblaciones con un estimado estadístico de un individuo por cada dos mil personas— son muy difíciles de diagnosticar porque presentan síntomas similares, es por ello que se ha recurrido a la bioinformática para analizar regiones de genes o el genoma completo de los pacientes, pues si la persona no sabe cuál es su mutación no puede acceder ni a medicamento ni a un ensayo clínico que en un futuro diera lugar a la obtención del medicamento.
En México, el Inmegen realiza esos estudios en el Laboratorio de Diagnóstico Genómico, el cual se encuentra a cargo de Alaez Verson, quien indicó que “es importante desarrollar el conocimiento local, si seguimos mandando muestras al extranjero nunca vamos a saber qué pasa con estas enfermedades raras en México y cuáles son las mutaciones que están circulando con mayor frecuencia en la población. Si no se tiene conocimiento de las mutaciones que están en el país va a ser difícil que se pueda interpretar con certeza”.
A lo largo de estos años se ha logrado reducir costos y aumentar la eficiencia del diagnóstico con la creación de bases de datos internacionales como el sitio web Human Gene Mutation Database en donde los especialistas consultan cuadros clínicos de pacientes de cualquier parte del mundo.
Estos repositorios contienen también datos de secuenciaciones de exomas que son la parte del genoma que al transcribirse da lugar a las proteínas, hay genomas completos que sirven como referencia y hay bases de datos fenotípicas (las características visibles de una persona como color de ojos o estatura) en las que se asigna un número a esos rasgos. Esto facilita el establecimiento de un cuadro clínico a quienes padecen una determinada patología.
Aún así, una persona puede tardar años en tener su diagnóstico por la complejidad del análisis y esto se debe a que es muy complicado hacer diagnósticos; hay 15 o más genes que pueden dar un diagnóstico similar, además de que las mutaciones que causan enfermedades raras no son todas iguales ni tienen el mismo efecto sobre la proteína que codifica a determinado gen, por eso la terapia a los pacientes tampoco es exactamente igual.

La investigadora en ciencias médicas añadió que hay mutaciones que eliminan totalmente la función de una proteína, hay otras mutaciones donde la proteína existe pero no funciona tan bien como debería, hay medicamentos que utilizan a ciertas moléculas para hacer que esa proteína que no funciona tan bien funcione un poco mejor.

Ante este escenario, las bases de datos sirven para tener una estadística mundial de las enfermedades raras en las que se evidencia que entre las raras hay unas con mayor tasa de incidencia que otras. Esto sirve para identificar enfermedades y evitar procesos clínicos innecesarios, así como para hacer presión en las farmacéuticas y hacerles ver que vale la pena invertir en la creación de los fármacos.
“El desarrollo de medicamentos huérfanos  —que están destinados a un grupo muy reducido de pacientes— no le ha importado a la industria porque es un mercado pequeño y hay poco retorno de inversión para la industria. Solo hay 400 fármacos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, de los cuales el 5% son eficaces para tratar enfermedades raras; el resto de los pacientes recibe cuidados paliativos”, señaló Alaez Verson.
Existe, igualmente, la terapia génica en la que se utiliza a un vector, como un virus que no haga daño al ser humano, al que se le coloca un gen sano, el vector funge como transportador que lleva al gen al tejido donde debería estar funcionando; el problema es que son tratamientos muy costosos por ser personalizados y los vectores suelen ocasionar efectos adversos en el paciente.
La terapia de reemplazo enzimático es otra alternativa en la que se le proporciona al organismo la enzima que no está funcionando bien porque su gen está dañado, ya sea por transfusión sanguínea o vía oral. La enzima suele ser un clon obtenido de una bacteria, es recombinante y es producida de manera sintética. El problema con esta terapia es que también es cara y el paciente la toma de por vida.
El desarrollo de medicamentos huérfanos, destinados a un grupo muy reducido de pacientes que presentan enfermedades raras —que suelen ser crónicas, degenerativas, muy graves y potencialmente mortales— , no son de interés central  para la industria porque es un mercado pequeño y con poco retorno de inversión. Solo hay 400 fármacos aprobados por la FDA de Estados Unidos, de los cuales el 5% son eficaces para tratar enfermedades raras; el resto de los pacientes recibe cuidados paliativos.