A lo largo de cada año estamos acostumbrados a leer en los medios de comunicación la celebración de jornadas mundiales de las enfermedades raras, de la diabetes, de la enfermedad de Alzheimer…. El próximo día 11 se celebra la jornada mundial del enfermo.

En muchas ocasiones nos dedicamos tanto a las enfermedades que nos olvidamos de los enfermos. Y deberíaramos tener en cuenta que, cuando una persona está enferma, no sólo está afectado el órgano invadido por la enfermedad, sino que toda la persona queda implicada, desde su cuerpo hasta su capacidad de pensar y razonar, influida por el dolor o las limitaciones impuestas por la propia enfermedad.

El enfermo tiene un nombre, una historia, unas costumbres, un entorno que van más allá de sus síntomas, de su diagnóstico y de su número de habitación. Pero si lo único que nos interesa es la enfermedad, olvidándonos de quien la padece, nos faltará algo para hacerlo del todo bien. El enfermo necesita que nos preocupemos de él que es quien la sufre. Cuando ha comprobado que tras los muchos esfuerzos que hacemos los médicos para utilizar la ciencia médica en curar su enfermedad no lo podemos conseguir, desea sentirse cuidado. El no conseguir la curación de su enfermedad, que ya está muy avanzada y extendida, no significa que aún no podamos ayudarle al enfermo a sentirse mejor.

No abandonar al enfermo

Las nobles misiones de los profesionales médicos son evitar que enferme; si enferma, curarlo y, si no podemos lo uno ni lo otro, que al menos se sienta cuidado. Que sienta que quienes los cuidan, profesionales o no, se interesan por sus problemas, que dan importancia a los pequeños detalles que para él son tan importantes como dedicarles nuestro tiempo: escuchar sus preocupaciones, sus miedos, sus temores, estar pendientes de todas sus necesidades tanto físicas, emocionales, sociales como espirituales, y manifestarles nuestro afecto y nuestro respeto por todas sus decisiones. Hemos de ganarnos su confianza para que tenga la seguridad de que no lo vamos a abandonar.

Antes abandonábamos al enfermo en forma del paternalismo médico; entonces el enfermo no contaba para nada, éramos nosotros, los médicos, los que tomábamos las decisiones. Desde que la Ley garantizó la autonomía del paciente, adoptamos algunas formas de abandono al enfermo.

Con bastante frecuencia surgen conflictos cuando entendemos la relación médico-enfermo en términos excesivamente “autonomistas”. Pero podemos evitar este tipo de abandono si ejercemos razonablemente la autonomía del enfermo, es decir, si conseguimos que sea una “autonomía compartida”. Para ello, es preciso que nos tomemos en serio la autonomía del enfermo haciendo todo lo necesario para que sus decisiones sean lo más meditadas, prudentes y razonables que sea posible. Podemos ofrecer una relación más comprensiva y compasiva basándonos en la hospitalidad, interesándonos por su mundo personal, permitiéndole expresar sus miedos y sus deseos, permitiendo llegar a una decisión compartida y basada en la confianza mutua.

Etapa terminal de la enfermedad

Cuando el enfermo se encuentra en la etapa terminal de una enfermedad incurable es cuando más nos necesita. Es entonces cuando ha comprendido que la técnica ya no le es útil para curar su enfermedad, pero sí tienen necesidad de las personas, de su familia, de sus amigos y de su médico. Es entonces cuando necesita que le expliquemos qué le va a pasar, necesita que no le engañemos, pero todo ello con una sensibilidad exquisita y lleguemos a comprender lo que necesita en esos momentos tan difíciles y únicos para él.

Con este artículo deseo contribuir a la celebración de esta jornada centrada en el enfermo. La persona enferma padece un sufrimiento insoportable cuando comprueba que a nadie le importa lo que le está ocurriendo. Sin embrago, cuando nos preocupamos de él y de su sufrimiento, comienza su alivio. El enfermo necesita de nuestra ciencia y también de nuestro acercamiento humano. Los enfermos ya saben que no somos unos dioses. Lo único que nos piden es que no les abandonemos cuando más nos necesitan.

Jacinto Bátiz Cantera

Presidente de la Comisión de Deontología Médica del Colegio de Médicos de Vizcaya. Miembro del Grupo de Trabajo Atención Médica al final de la vida de la Organización Médica Colegial (OMC). Jefe del Área de Cuidados del Hospital San Juan de Dios, de Santurce (Vizcaya). Responsable del Grupo de Trabajo de Bioética de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

 

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