En la semana que murió el físico británico Stephen Hawking, luego de padecer por casi 50 años de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), un estudio confirmó buenos resultados en el uso de riluzol para tratar a esta enfermedad degenerativa. La droga, que ya era estudiada por la Agencia Europea del Medicamento y que ahora genera nueva evidencia de mejorar la supervivencia en la fase avanzada del mal. En los años 90 se desarrollaron ensayos clínicos que llevaron a la aprobación del riluzol como tratamiento de la ELA, que ahora ampliaría su implicancia.

Entre los años 1992 y 1993 más de 900 personas con ELA estuvieron involucradas en una investigación que evaluó el efecto sobre la enfermedad de tres dosis diferentes de riluzol. Además de un grupo al que se le administró un compuesto placebo. Los resultados de ese estudio reflejaron que el fármaco aumentaba la supervivencia entre 2 y 3 meses. Se ha asumido que los beneficios del riluzol son más notables en las primeras fases de la ELA, es decir, hasta la tercera etapa en un máximo de 5, donde la última corresponde al fallecimiento.

Sin embargo, científicos del King’s College London volvieron a tomar esos datos, a pasarlos por métodos de análisis diferentes y los resultados sorprenden. Cuando los investigadores tuvieron en cuenta al evaluar el efecto del riluzol la fase en que se encontraba el paciente al comenzar el ensayo clínico, observaron que la supervivencia en el grupo que estaba en la cuarta etapa y recibió 100 miligramos por día del fármaco fue la mayor. De hecho, en este análisis no se encontraron diferencias entre el riluzol y el placebo en relación a la supervivencia cuando se administró a pacientes en fase 2 y 3.

Resultados sorprendentes, pero que deben ser tomados con cautela hasta que puedan ser comprobados por otros grupos de investigación. En un comentario que acompaña a la publicación, los profesores de la Universidad de Sidney Thanuja Dharmadasa y Matthew C Kiernan sugieren que el riluzol podría tener efectos diferentes dependiendo de la fase en que se encuentre el paciente. Lo anterior puede tener importancia no solo para el riluzol, sino además para todos los ensayos clínicos que hay en marcha en la actualidad para la enfermedad. Además de la etapa de la enfermedad, también se está vislumbrando que el tipo de ELA, ya sea de inicio bulbar o medular, influye en la respuesta al tratamiento. Algo semejante sucedió con Radicava, el medicamento más reciente aprobado para esta enfermedad. En un primer momento los datos apuntaban a que no era efectivo, pero un análisis más detallado reflejó que generaba beneficios en los pacientes con síntomas leves.

 

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