Para saber qué es la hidrocefalia, podemos dividir la palabra en dos. Por un lado, el prefijo hidro- que significa «agua». Por otra parte, el sufijo -cefalia, cuyo significado es «cabeza». Por tanto, es una acumulación de líquido en la cabeza. Ese líquido no es agua, sino líquido cefalorraquídeo, que es transparente y similar y que se encuentra rodeando y protegiendo al cerebro y la médula espinal. Esa acumulación del líquido cerebroespinal provoca que los ventrículos del cerebro se dilaten de una manera que no es la normal. A su vez, esa dilatación provoca una presión más alta de lo habitual en los tejidos del cráneo, lo que puede resultar peligroso para la salud.

Lo que provoca la hidrocefalia es la ausencia de equilibro entre la producción y la absorción del líquido por los cuatro ventrículos que forman el cerebro. Es decir, el líquido, cuando todo va bien, circula y se absorbe sin ningún problema. Sin embargo, puede haber perturbaciones que influyan en ese flujo normal. Cuando esto ocurre, una anomalía, estamos ante la hidrocefalia.

La hidrocefalia puede causarla diferentes problemas médicos. En función de esa causa, podemos diferenciar varios tipos:

Hidrocefalia congénita

Cuando hablamos de hidrocefalia congénita, el problema radica en el momento en el que el bebé nace. Entre las causas que pueden provocar esto, se piensa que están los factores genéticos y ambientales durante el desarrollo del feto. Por ejemplo, una de las causas es la espina bífida. Esto es un defecto de nacimiento en el que se ven involucrados la medula espinal y las vértebras. Ocurre cuando el feto se empieza a desarrollar y no se sabe por qué ocurre. Se estima que el 80% de la gente que tiene espina bífida también sufre hidrocefalia.

La otra causa más común que provoca la hidrocefalia congénita es la obstrucción del acueducto cerebral. Lo que ocurre aquí es que el líquido se queda acumulado en esa obstrucción provocando la hidrocefalia. Esa obstrucción, a su vez, puede estar causada por una infección, una hemorragia o un tumor.

Hay que decir que también se considera hidrocefalia congénita a la hidrocefalia que aparece después del nacimiento, es decir, cuando el bebé es más mayor o incluso adulto, pero que está provocada por una condición que ya existía al nacer.

Hidrocefalia adquirida

Encontramos otro tipo de hidrocefalia, la adquirida, que es provocada o se desarrolla después del nacimiento. Entre los factores que pueden desarrollar la hidrocefalia adquirida está la meningitis. Consiste en una inflamación de las membranas del cerebro y de la medula espinal. Si la meningitis obstruye o restringe el flujo del líquido cerebroespinal, se produce la hidrocefalia.

Otra forma adquirida es la hemorragia intraventricular, es decir, algunos vasos sanguíneos que se encuentran recubriendo los ventrículos se rompen. Al romperse, la sangre puede bloquear los ventrículos y dificultar la absorción del líquido provocando la hidrocefalia. Si nos damos un golpe en la cabeza, también podemos estar dañando los tejidos o vasos sanguíneos del cráneo. Por tanto, ocurre lo mismo, al romperse, la sangre bloquea la absorción y flujo del líquido, provocando de nuevo la hidrocefalia.

Por último, hay que mencionar los tumores cerebrales. Si los tumores se desarrollan y aumentan de tamaño, pueden comprimir, quitar espacio a los ventrículos. Dependiendo de dónde se desarrolle el tumor, cerebral afectara a un ventrículo u otro. Por tanto, de bloquea de nuevo el sistema ventricular causando la hidrocefalia.

Síntomas de la hidrocefalia

La hidrocefalia afecta de manera diferente dependiendo de la edad. Por ejemplo, en los bebés, generalmente menores de un año, el exceso de líquido va a provocar que se les hinche la cabeza, presenciando incluso algunas deformaciones. Lo que ocurre es que el cráneo está formado por unos huesos que, con esa edad, son finas laminas. Entre sí, se unen mediante un tejido fibroso, llamadas fontanelas, pero que todavía no se han endurecido, no se han desarrollado al completo. Por tanto, es fácil ver la cabeza de un niño deformada, ya que se dilatan y sobresalen de la cabeza. Además, cuando se trata de un caso más grave, el bebé puede sufrir otros síntomas, como somnolencia, irritabilidad, vómitos o convulsione. Incluso, en casos extremos pueden presentar retrasos en el crecimiento, es decir, que padezcan comportamientos que se correspondan con una edad anterior.

En los más mayores, los huesos del cráneo ya se han desarrollado, por lo que la deformación será mucho menor o inexistente, sustituyéndola por fuertes dolores de cabeza provocados por la presión intracraneal. La edad conlleva a que los huesos del cráneo se fusionen, por lo que ya no se pueden expandir y no pueden dejar espacio al líquido cefalorraquídeo. Como en el caso anterior, también se producen otros síntomas que nos indican que el niño puede sufrir hidrocefalia. Esto síntomas son vómitos y náuseas, somnolencia, ya que se pueden despertar varias veces durante el sueño por la presión y dolor de cabeza, problemas visuales, como ver doble o realizar movimientos repetitivos con los ojos. Cuando se llega a los casos más extremos, el niño puede perder algunos hábitos que haya adquirido anteriormente, como hablar o andar, e incluso puede llegar a presentar algunas pérdidas de memoria o cambios de personalidad.

Tratamiento de la hidrocefalia

Actualmente hay varios tratamientos para la hidrocefalia. Uno de ellos es la colocación de una derivación, es decir, un tubo, catéter y una válvula. Básicamente consiste en derivar el líquido cerebroespinal a una parte del cuerpo en la que pueda ser absorbido. Mediante una operación quirúrgica se coloca esta desviación desde el sistema nervioso central a otra zona, la más común es la cavidad abdominal o la cámara del corazón llamada aurícula.

Este tratamiento es de corta duración y no es complicado. Se anestesia al niño de manera general y se afeita la cabeza para evitar infecciones. Se hace una incisión en la cabeza y otra en la zona del cuerpo donde se vaya a derivar. También en el recorrido que va a tener la derivación para facilitar el paso del catéter por debajo de la piel. La punta ventricular se pasa dentro del ventrículo lateral y la otra punta en la cavidad abdominal. Hecho esto, se cierran las incisiones abiertas al principio y se cubren con gasas. El proceso ya ha finalizado y el niño o bebé solo tiene que recuperar hasta que se pase el efecto de la anestesia.

 

 

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