Según una publicación de Scleroderma News, un estudio reciente sugiere que las concentraciones sanguíneas de ciertas células inmunes podrían correlacionarse con la gravedad de los casos de esclerosis sistémica.


Sobre la esclerosis sistémica

La esclerosis sistémica (también llamada esclerodermia sistémica) es un trastorno autoinmune caracterizado por la cicatrización progresiva de la piel y cualquier número de órganos internos. Al igual que otras afecciones autoinmunes, la esclerosis sistémica es causada por un mal funcionamiento del sistema inmunitario que se dirige erróneamente a los tejidos y órganos sanos del huésped como si fueran patógenos extraños.

Los investigadores han identificado una serie de genes que creen que están asociados con el desarrollo de la esclerosis sistémica. Los genes más comúnmente asociados son parte del complejo del antígeno leucocitario humano (HLA), que se encuentra completamente en un pequeño segmento del cromosoma número seis. Este segmento es muy variado en humanos: se sabe que es el sistema genético más polimórfico de nuestra especie. Eso significa que hay una colección increíblemente diversa de combinaciones «funcionales» del gen componente. Cada gen en el complejo tiene varias variantes diferentes que pueden funcionar correctamente.

Biológicamente, el complejo HLA ayuda al cuerpo a diferenciar entre proteínas amigables y proteínas patógenas. Aunque no está directamente relacionado con el desarrollo de la afección, se cree que varias de las variantes normales del complejo HLA aumentan la probabilidad de desarrollar esclerosis sistémica. Esta asociación entre las formas «normales» del complejo HLA y la esclerosis sistémica resalta la dificultad de predecir la enfermedad, que ocurre con mayor frecuencia en individuos sin antecedentes familiares de la misma.

Aunque existen tratamientos para combatir el peor de los síntomas, actualmente no existe cura para la esclerosis sistémica. El pronóstico de los pacientes con esclerosis sistémica puede variar enormemente: algunos pueden tener solo síntomas leves, otros pueden tener complicaciones potencialmente mortales.


Una nueva investigación puede ayudar a predecir la gravedad de los casos de esclerosis sistémica

El nuevo estudio, publicado en Clinical Rheumatology, sugiere que los niveles sanguíneos de neutrófilos, linfocitos y monocitos pueden ser útiles para predecir la gravedad de la actividad de la esclerosis sistémica en pacientes.

Un estudio de 119 individuos encontró que los 69 pacientes con esclerosis sistémica en el grupo activo tenían recuentos de neutrófilos «significativamente más altos» que los 50 individuos sanos del grupo de control. Sin embargo, su recuento de linfocitos fue significativamente menor. Curiosamente, los recuentos de monocitos parecían similares entre ambos grupos.

Los investigadores observaron que las proporciones de neutrófilos-monocitos-linfocitos podrían ser útiles para predecir pacientes particularmente afectados por la esclerosis sistémica. Las relaciones más altas de neutrófilos a linfocitos se correlacionaron positivamente con la cicatrización de la piel, la inflamación de todo el cuerpo y la actividad general de la enfermedad. Se encontró que la proporción era mayor en individuos con úlceras en la punta de los dedos, un síntoma común de esclerosis sistémica. La relación monocito-linfocito se correlacionó positivamente con cicatrices en la piel, úlceras en los dedos y efectos cardíacos.

Los investigadores creen que esta información, si es confirmada por otros, podría ser útil en la detección de salud global para la esclerosis sistémica. Los investigadores dijeron que «las pruebas hematológicas económicas y de disponibilidad mundial» podrían usarse como predictores de la afección.

 

SCOTT CARLSON

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Fuente: http://bit.ly/31ybFtZ