Inmortalidad. La capacidad de vivir eternamente sin envejecer. Un regalo (o condena) solo entregado a elfos, vampiros y otros diversos seres de leyenda. Aunque también son prácticamente inmortales algunos animales como la Hydra vulgaris, la medusa Turritopsis nutrícula, las anémonas, los tardígrados, o incluso las langostas).

¿Y si os dijese que hace mucho tiempo una mujer se volvió inmortal y hoy en día aún vive en numerosos laboratorios de biología celular?

Esta es la historia de Henrietta Lacks y las inmortales células HeLa.

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El principio del inicio de una nueva era en Medicina

Allá por el año 1943, Henrietta viajaba en tren hacia Baltimore, dejando atrás los campos de tabaco en los que habían trabajado como esclavos sus antepasados. Iba a empezar una nueva vida, más moderna, en la ciudad junto a su marido David Lacks, con quien formaría una familia.

Poco después de dar a luz al quinto hijo, Henrietta ingresó en el Hospital Johns Hopkins, el único de la zona que atendía a personas negras, por un adenocarcinoma cervical. Este tipo de tumor es muy agresivo, pero el que tenía Henrietta era algo que los médicos nunca habían visto antes.

Cuando Henrietta fue examinada por primera vez por el médico Howard Jones, le extrajeron una pequeña biopsia del tumor para poder diagnosticarlo. El tumor resultó ser maligno y muy agresivo.

En el mismo hospital al que acudió Henrietta trabajaban el ginecólogo Richard TeLinde, y los investigadores George y Margaret Gey. Por aquel entonces, TeLinde investigaba el cáncer de cérvix y el matrimonio Gey trabajaba con cultivos de tejidos y cultivos celulares.

TeLinde quería demostrar cómo los tumores invasivos y no invasivos tenían un origen común y cómo ambos tipos eran parte de un proceso de evolución continuo. Por otra parte, los Gey querían conseguir un cultivo de células humanas que continuase vivo una vez fuera del organismo, lo que sería una nueva herramienta para el estudio del cáncer.

Viendo que compartían el mismo objetivo, TeLinde permitió a los médicos tomar muestras de los pacientes enfermos de cáncer. De esta forma, las muestras tumorales (Incluyendo la muestra del adenocarcinoma cervical de Henrietta) acababan tanto en su laboratorio personal como en el de los Gey.

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Los Gey habían estado preparando numerosos cultivos, pero ninguno sobrevivía más que unos días. Esto es debido a un fenómeno conocido como el límite de Hayflick, por el que una célula no puede sobrevivir más que a un número limitado de divisiones (alrededor de unas 50). Cuando una célula alcanza este límite ha acumulado numerosas mutaciones, ha sufrido mucho estrés metabólico y sus telómeros se han acortado demasiado. La consecuencia de alcanzar este límite para las células es la inducción de apoptosis o muerte celular. Sin embargo, este fenómeno no sucedió con las células de Henrietta Lacks. Las células de su tumor superaron con facilidad el límite de Hayflick y continuaron dividiéndose.

Las células del tumor de Henrietta se habían vuelto inmortales. En el medio adecuado, eran capaces de crecer y dividirse sin límites, sin morir por apoptosis. Los Geys habían conseguido la línea celular que querían y que podrían utilizar para estudiar numerosas enfermedades. Bautizaron a estas células con las primeras letras del nombre de Henrietta Lacks, las llamaron: células HeLa.

Lamentablemente, aunque sus células todavía vivan hoy en día, Henrietta murió a los 9 meses de haber sido diagnosticada con ese adenocarcinoma de cérvix.

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Línea celular: Término general aplicado a una población definida de células que se ha mantenido en un cultivo durante un extenso periodo y que generalmente ha sido expuesta a un proceso espontáneo de transformación, lo cual le confiere al cultivo una vida ilimitada. Son tipos celulares concretos provenientes de animales, plantas o humanos que han sido tratados para prolongar su vida de forma ilimitada en el laboratorio y que se utilizan como herramienta en la investigación biomédica, principalmente.

¿Qué hace especiales a las células HeLa?

Las tres características principales que diferencian a las células HeLa de otras células son su rápido crecimiento, su inmortalidad y que son cancerosas.

Las células HeLa proliferan muy rápidamente. Son capaces de duplicar su número en menos de 24 horas. Por ello son ideales para los ensayos a gran escala. La capacidad proliferativa de las células HeLa se debe probablemente a que el virus del HPV (Virus del Papiloma Humano) había integrado su genoma cerca del protooncogén c-myc, activándolo, en algunas de las células de Henrietta, aumentando su ritmo de crecimiento.

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Un protooncogén es un gen que codifica para productos necesarios para el crecimiento y división de las células. Cuando un protooncogén sufre una mutación y se convierte en un oncogén, su actividad o su roducto cambian. Estas modificaciones inducen o favorecen que la célula se vuelva cancerosa y pueda generar un tumor.

El hecho de que las células HeLa sean inmortales implica que podrán seguir creciendo y dividiéndose indefinidamente. Esto ocurre porque las células HeLa tienen una enzima telomerasa extremadamente activa, que va reconstruyendo los telómeros después de cada división. La regneración de los telómeros es importante, puesto que la longitud de los telómeros es la medida del envejecimiento de la célula. Cuánto más cortos sean los telómeros, más envejecida estará una célula. Como las células HeLa regeneran sus telómeros, manteniendo su longitud original, son siempre jóvenes.

Finalmente, las células HeLa son células cancerosas. Han acumulado numerosas mutaciones que le han provisto de ventajas para proliferar con mayor libertad y escapar a los controles celulares y del organismo. Podría decirse que ya no siguen las mismas reglas que el resto de células. Las células HeLa en concreto poseen unos 80 cromosomas en comparación con los 46 que tiene una célula normal, y muchos de estos 80 cromosomas presentan numerosas mutaciones.

Las aventuras de las células HeLa

George Gey distribuyó viales de células HeLa a los laboratorios que se las pidieron. De esta forma las células HeLa acabaron en las manos de Jonas Salk, que estaba investigando las cepas del virus causante de la poliomielitis. Las células HeLa le sirvieron a Salk como un modelo de investigación en el que probar las diferentes cepas de las que se disponía del virus, lo que le permitió aislar la cepa causante de la poliomielitis en humanos. Una vez aislada esta cepa, la preparación y ensayo de la vacuna fue una tarea mucho más sencilla. Gracias a las células HeLa se consiguió desarrollar la vacuna para la polio en poco tiempo, y por consiguiente, frenar la epidemia de la enfermedad.

Tras este hito, la comunidad científica estaba impresionada con el potencial de las células HeLa y sus numerosos y posibles usos en muchas otras investigaciones. Debido en gran parte a esto, las células HeLa pronto se empezaron a producir y distribuir en masa. Como son unas células muy fáciles de mantener y que no necesitan condiciones muy restrictivas, acabaron siendo utilizadas en laboratorios de todo el mundo.

Sin embargo, en un inesperado giro de los acontecimientos, las células HeLa pasaron de ser la nueva y milagrosa herramienta de moda, a ser un gran problema para la investigación que se había estado haciendo esos años.

Las células HeLa eran imparables y estaban

fuera

de

control.

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(Continuará)


Rosario García

Fuente: https://genotipia.com/la-increible-historia-de-las-inmortales-celulas-hela-parte-1/