Según un nuevo estudio, las mujeres embarazadas con altos niveles de cortisol y presión arterial alta pueden tener la enfermedad de Cushing. Aunque el síndrome de Cushing es raro durante el embarazo de una mujer, la conclusión de este estudio tendría proveedores de atención médica de varias disciplinas trabajando juntos para identificar tal problema durante el embarazo.

El estudio, que fue publicado en un diario medial iraní, describió el caso de una mujer de 29 años que estaba en su último trimestre de embarazo. La mujer ingresó con presión arterial alta, extremidades hinchadas y debilidad general. Sus niveles sanguíneos de cortisol eran altos, pero eso es común en el embarazo.

La enfermedad de Cushing se produce cuando las glándulas suprarrenales de una persona producen la hormona cortisol. El cortisol es una hormona importante que ayuda a las personas a responder a situaciones estresantes. El uso de esteroides es el contribuyente más común a la enfermedad de Cushing. Cada vez que el cuerpo produce cortisol se llama enfermedad de Cushing, sin importar el motivo. Muchos pacientes con enfermedad de Cushing tienen un tumor en la glándula suprarrenal que causa la producción excesiva de cortisol, pero en otros la causa es que la glándula pituitaria produce demasiada hormona ACTH, lo que a su vez causa que las glándulas suprarrenales produzcan más cortisol. 

 

«El síndrome de Cushing debe considerarse en pacientes embarazadas hipertensas con signos notables de hipercortisolismo»

 investigadores del estudio

El tratamiento para la enfermedad de Cushing por lo general implica la extirpación quirúrgica de la glándula pituitaria o suprarrenal, dependiendo de dónde se origina la enfermedad. En el caso de la mujer de 29 años del estudio Iranian Journal of Medical Sciences, la mujer dio a luz y, una semana más tarde, se le extirpó la glándula suprarrenal con un tumor. Sus niveles de cortisol y presión arterial se normalizaron.

Es importante reconocer que, aunque la enfermedad de Cushing es rara en mujeres embarazadas, las consecuencias de perder un diagnóstico en estos casos pueden llevar a nacimientos prematuros y un aumento en la mortalidad infantil. Para evitar cualquier error, todos los miembros del equipo de atención médica deben trabajar en colaboración, incluidos médicos especialistas como obstetras, endocrinólogos y cirujanos.

 

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