La mayor parte de los pacientes con leucemia linfocítica crónica (LLC) supera los 60 años y la supervivencia media de este cáncer de la sangre varía entre 10 y 12 años. Es una enfermedad que se produce como consecuencia de la proliferación anormal de linfocitos maduros. Los avances producidos en el diseño de fármacos dirigidos específicamente contra dianas biológicas de la enfermedad están abriendo una puerta a la esperanza para los pacientes que no responden bien a la terapia convencional con quimioterapia.

Para analizar las novedades que se están produciendo en el abordaje de las LLC, se ha celebrado en Madrid la 8ª Reunión Anual del Grupo Español de LLC (GELLC), de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), bajo el título «De la Investigación Básica al Tratamiento de la Leucemia Linfocítica Crónica», a la que ha acudido más de un centenar de especialistas de toda España. Es de destacar la aprobación en España de cuatro fármacos nuevos en los últimos dos años y la de un quinto prevista para 2018. También «es importante reseñar la aparición fulgurante de las células T-CAR (tisa-cel y axi-cel), terapias que todavía no han sido aprobadas en LLC, pero que podrían formar parte del tratamiento de esta enfermedad en el futuro», afirma el doctor Julio Delgado González, hematólogo del Hospital Clínic de Barcelona y coordinador de la reunión junto con el doctor Francesc Bosch, presidente del GELLC.

Bien es cierto que las células T-CAR están revolucionando el tratamiento de las neoplasias hematológicas, «pero todavía es una terapia compleja y está disponible en muy pocos centros del mundo. Existen varios tipos de células T-CAR en desarrollo (anti-CD19, anti-CD20 o antiCD22) que podrían ser de utilidad para el tratamiento de la LLC», según explica el doctor Delgado.

La incidencia de la LLC se ha mantenido más o menos estable a lo largo de los años, lo que se traduce en unos 4-5 casos nuevos por cada 100.000 habitantes y año. Sin embargo, «el uso creciente de fármacos que aumentan la supervivencia de los pacientes conllevará, presumiblemente, un aumento considerable de la prevalencia de la enfermedad en los próximos años».

En este sentido, el doctor Delgado señala que no se puede predecir quien va a desarrollar la enfermedad. De hecho, «este es uno de los aspectos en los que menos se ha avanzado, pero no deja de ser algo crucial. Si consiguiéramos entender qué causa este cáncer hematológico o cómo se desarrolla, podríamos, eventualmente, intentar prevenirlo. Además, su incidencia varía de forma importante según el área geográfica; la de Japón, por ejemplo, es una décima parte de la europea y continuamos sin saber por qué sucede esto», apunta el hematólogo.

El desarrollo de la medicina de precisión está muy avanzado en el ámbito de la LLC, con diferentes tratamientos en desarrollo dirigidos a antígenos específicos (anticuerpos monoclonales y las propias células T-CAR), a dianas moleculares específicas (BTK, PI3K, BCL2) o a alteraciones moleculares propias de la enfermedad (NOTCH1, SF3B1). «Cada vez se emplean menos los tratamientos quimioterápicos convencionales, que son muy poco precisos, por definición», puntualiza el especialista.

Con respecto al futuro, el doctor Delgado avanza que «una vez se ha podido comprobar que las terapias dirigidas (inhibidores de BTK, PI3K o BCL2, o anticuerpos monoclonales) tienen una eficacia inusitada en esta enfermedad, el siguiente paso lógico es su combinación con el tratamiento secuencial para intentar erradicar la enfermedad y así evitar que mute o se vuelva más agresiva, algo que ya se está probando en la mayoría de los ensayos clínicos están en marcha».

Para el especialista, vivimos un momento histórico en el conocimiento de esta enfermedad, con un auténtico cambio de paradigma en lo que a su tratamiento se refiere. No obstante, estas nuevas terapias tienen un coste considerable. Por eso, el hematólogo de hoy en día tiene ante sí el enorme reto y la enorme responsabilidad de poner a disposición de los pacientes el mejor tratamiento posible y, a la vez, conseguir su sostenibilidad económica.

 

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