Cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos de esclerosis múltiple (EM) en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), y es la segunda causa de discapacidad en los adultos jóvenes tras los accidentes de tráfico. Aunque a día de hoy sigue sin existir una terapia que cure esta enfermedad neurológica crónica, que en España afecta a 47.000 personas, lo cierto es que los avances producidos en su abordaje en el ultimo año abren una puerta a la esperanza para los afectados.

Entre los principales hitos, destacar, en primer lugar, la consolidación de los tratamientos orales como primera opción terapéutica, que poco a poco desbancan a los incómodos pinchazos a los que los pacientes se sometían para mantener a raya la alteración neurológica y evitar así su progresión. En segundo, el cambio de paradigma que precisamente, esta nueva generación de medicamentos ha procurado, así como la aparición de nuevas e interesantes incorporaciones al arsenal terapéutico, han propiciado un cambio en el abordaje de la enfermedad y que se resume en cinco palabras: tratar pronto y tratar fuerte. Éste fue el cambio de enfoque por el que apostaron los especialistas reunidos en el 7º Congreso Europeo y Americano de Esclerosis Múltiple (Ectrims/Actrims), que este año se ha celebrado en París (Francia).

Atacar desde el principio

La idea de este nuevo paradigma terapéutico buscaría, en lugar de escalar los medicamentos (esto es, empezar con los que se lleva trabajando más tiempo y tienen, por tanto, un mayor perfil de seguridad y más conservador), aprovechar la aparición de los nuevos fármacos, muy potentes, que permiten remodelar el sistema inmune y lograr una mayor eficacia. Y es que se está viendo que atacar la enfermedad desde el primer momento con todas las «armas» disponibles puede ser una buena estrategia, en vez de ir escalando el tratamiento porque, como apunta Guillermo Izquierdo, jefe de Neurología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, «cuando se utilizan antes se obtiene más beneficio. Y si los medicamentos fracasan, usar el alternativo lo antes posible mejora la evolución de la enfermedad».

Prueba del excitante momento que se está viviendo en la investigación, diagnóstico y tratamiento de la EM es la gran cantidad de avances e innovaciones presentados por la industria farmacéutica en París. Para hacerse una idea, de 1994 a 2007 había sólo cuatro medicamentos para la EM (y eran inyectables); de 2007 a 2014 se multiplicó por dos el número de tratamientos, y ahora, salen una media de dos al año, orales la mayoría.

El principal problema que plantea esto es que, aunque los conceptos se mueven rápido, la actitud de los especialistas iría algo más despacio. Es la llamada «inercia de la terapéutica», es decir, cuando «a pesar de que el neurólogo tenga toda la información disponible y toda la evidencia sea de altísima calidad, hay una inercia que hace que no reaccionemos a tiempo y que no seamos capaces de incorporar las novedades con la rapidez que sería deseable», lamenta Xavier Montalbán, director de la División de Neurología de la Universidad de Toronto (Canadá) y del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat) del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

 

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