Guadalajara:

Navidad del 2007, el doctor llega al consultorio en el Nuevo Hospital Civil de Guadalajara, Iba de impecable traje y corbata.

La sala de espera estaba llena de pacientes: niños de todas las edades. Saludó de forma amable, con una animosa sonrisa y cerró la puerta detrás de él. Cuando volvió para llamar al primer paciente, Sergio Gallegos Castorena se había transformado en Papá Noel (Santa Claus), con bata de médico y estetoscopio.

Todos se sorprendieron, todos explotaron en risas.

Pero es que un día es El Santo o El Enmascarado de Plata, al siguiente el Hombre Araña (Spiderman). De repente Médico Brujo, Pirata del Caribe, Charro mexicano, Ironman o el inconfundible Chavo del 8.

Él, combate la leucemia infantil con todas sus armas disponibles. Es: el superhéroe doctor.

20 años antes

A los 17 años de edad comenzó a quejarse de dolores en la espalda, justo cuando sus padres lo enviaban a hacer trabajos de jardinería. Cualquiera hubiese pensado que lo decía para escapar de esas tareas, pero luego apareció un síntoma que lo condujo directo al hospital. Le practicaron exámenes y el diagnóstico resultó devastador: tumor testicular genital etapa 3 con metástasis al retro perineo.

El médico le dijo que le quitarían el tumor para analizarlo y que al cabo de una semana estaría reintegrado a su vida. Y se lo creyó. Mientras que a los padres les dijeron la verdad médica: no tiene esperanzas de vida.

Pero cuando se trata de un hijo no hay resignación posible. Dejaron Guadalajara y sin conocer más que el nombre del hospital Anderson, llegaron a Houston, en Estados Unidos. Allá le detallaron a Sergio que «tenía un problema grave y que existía el riesgo de perder la vida. Pero que si yo les daba 6 meses de la mía, ellos podían salvarme. 85% de los casos como el tuyo, sobreviven, me explicaron». Sus padres se echaron a llorar y en ese instante él se enteró de que lo habían llevado a otro país buscando casi un milagro.

Se quedó dos meses más de lo previsto. En septiembre de 1988, su médico tratante con muy poca ceremonia le dijo: «Se acabó, puedes irte a casa». Recuerda más emotiva a Pauline, una enfermera más humana y afectiva, que lo despidió entre lágrimas. Volvía a casa y también a la vida.

A la facultad

En la Universidad Autónoma de Guadalajara se hizo médico cirujano y en Ciudad de México pediatra.

De estudiante, en 1989, quiso devolver la alegría que había recibido en Houston. Mientras era paciente, varios voluntarios trajeados de payaso lo visitaban los fines de semana y «aunque sus chistes eran muy malos, me hacían olvidar por un rato que estaba enfermo».

Entonces una tarde se presentó en el hospital civil, preguntó si el fin de semana podía visitar a los niños vestido de payaso y le dijeron que sí. De esa forma comenzó a «hacer payasadas» en la sección de pediatría.

Lejos estaba de saber que años más tarde, él sería el médico titular de ese lugar.

«¿Sabes qué me impulsó a la oncología? Los maestros que hablaban del destino trágico de los enfermos de cáncer. Me mostraba en desacuerdo, yo era una muestra viviente de que no era así».

Cosas del destino. El 1 de agosto de 2007, Sergio Gallegos Castorena regresaba al hospital de su ciudad, ahora como médico oncólogo.

Más cercano

El éxito que tuvo con sus pacientes, vestido de Papá Noel, lo impulsó a utilizar el feriado (festivo) siguiente para vestirse de rey mago.

«De inmediato noté que el efecto en mis pacientes era muy positivo. No tenían estrés, tampoco tensiones. Se acercaban mucho más. Al disfrazarme, yo era más ser humano y menos rígido».

Se disfrazó con el pretexto de alguna efeméride, luego fue incorporando personajes. Hoy sus pacientes le hacen peticiones a través de su ‘fan page’.

Supervivencia

Desde que se ha encargado de los pacientes pediátricos con leucemia en el hospital de Guadalajara, mucho han cambiado las cosas, sobre todo en cuanto a la supervivencia.

«Pasamos de un promedio de 34% al 83% en pacientes que sobreviven. No se trata únicamente por efectos de los disfraces que usamos, cambiamos muchas cosas, introdujimos otras. Somos un equipo de personas que hacemos cuanto está en nuestras manos para ayudar a los niños».

En opinión de Gallegos, es difícil de medir científicamente las incidencias del uso de disfraces, «pero estoy convencido que sigue valiendo la pena hacerlo».

Al consultorio de este ‘superhéroe’ acuden entre 17 y 22 pacientes a diario. Sus edades van de los 8 meses a los 20 años, que siguen acudiendo por razones de control.

El doctor Gallegos «ha entendido que atender a un niño enfermo es atender a todo un contexto de complejidades familiares y sociales. Ha creado una red de apoyo para los niños que necesitan que los profesionales de la salud los veamos como seres humanos», dijo Héctor Raúl Pérez Gómez, director general del Hospital Civil de Guadalajara, citado por ‘Verne’, una web de ‘El País’.

Datos aportados por el hospital indican que desde el 2007, fueron atendidos 7.300 niños con una tasa de curación del 78%. Cifra que se eleva al 80% en los casos de leucemia.

Más que el disfraz

El disfraz debe significar algo más, por eso el doctor Gallegos elabora lemas o frases que entregan un mensaje adicional a sus pequeños pacientes.

Cuando se viste de El Santo, considerado el luchador leyenda dentro del cine mexicano, le dice a los niños: «Somos luchadores. Estamos luchando con todas nuestras fuerzas, para salir adelante». «No pidas retos a la altura de tus fuerzas. Pide fuerzas a la altura de tus retos», les expresa vestido del Capitán América, tratando de inspirarlos a vencer la enfermedad.

«La atención del médico, su relación con los pacientes debería ser la más humana que hayan recibido. Debe estar cimentada en la confianza, en el amor, en la preocupación real. Lo que pudiera ser una cita ordinaria, yo trato cada día de transformarla en extraordinaria. Para mí es importante que ellos conserven su ser intacto, con sueños, con ilusiones. Me gusta hacerles saber que yo hago todo cuanto puedo para salvar su vida».


Redacción Enlace México